Tengo que reconocer que últimamente veo bastante poco la televisión. A veces la pongo simplemente como sonido de fondo y ni siquiera la miro. En estos casos, los anuncios rompen la monotonía porque se repiten una y otra vez y, aunque no los mires, su mensaje se te pega como el polvo.
Estos días hay un par de ellos que me ofenden especialmente. El primero es el de cierto medicamento que pretende aliviar los síntomas de la gripe o el resfriado. Ya hubo otros de la misma casa que me parecían de lo peor (como el del señor que se lo piensa antes de medicarse por si viene a cuidarlo una linda adolescente...) pero este me llama la atención justo porque no resulta tan evidente. Y no es el primero en que se juega con la misma idea. Descripción: un chico está resfriado y va a tomar dicha medicina, pero se lo piensa cuando su pareja le comenta que este finde toca comida con su hermana y unos vecinos que tienen cuatro niños. No dice cuatro niños maleducados o cuatro niños insoportables, ya lo da por hecho. Nos inculcan que los niños son molestos, son un estorbo. Y lo peor es que, mucha gente que jamás ha tenido contacto con los más pequeños, se piensa que realmente son así: una carga tan irritante que es mejor estar enfermo que soportarla ¡mejor estar enfermo! Así nos va...
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