Hay días en los que parece que el mundo se empeña en darte la espalda. Nada te sale bien y encima hace un tiempo horroroso. Y lo peor de todo es que sientes como te hundes más y más y no puedes hacer nada por remediarlo. Sólo tienes una pena inmensa por tu persona, desde fuera y desde dentro, y la sensación de que te has quedado sola y sin rumbo en medio de un enorme charco de barro.
Esta semana está siendo un poco así.
Hoy, regodeándome en mis desgracias, he visto estas fotos y me he dicho: así es como me apetece pasar el día, o la semana, o la estación...
Entonces me vino a la mente lo mucho que se parece esto al estadio que separa a la oruga de la mariposa y que, curiosamente, se llama
pupa (como me dijo mi bióloga de cabecera), aunque yo, en mi estado depresivo la denomine capullo. Pupa también puede ser una heridita infantil, sin demasiada importancia física, pero tal vez sí emocional.
En fin, lo importante, después de todo este lío de pensamientos es la reflexión final: a lo mejor estos días de bajón también nos ayudan a crecer y la pupa, capullo, refugio, soledad o como queramos llamarlo no es del todo malo. Sólo hay que tener presente que no podemos recrearnos en ello más tiempo del debido y que insectos hay muchos, no somos únicos ni este momento es tan trascendente.
De hecho, acaba de salir un rayo de sol y estas fotos son de un anuncio de
suavizante...