Hoy el cielo está totalmente despejado, pero no hace lo que se dice un día radiante: es un día cruel. El frío y el viento me taladran la cabeza. Supongo que también se debe a otros factores, pero bueno, hay que levantar este estado de ánimo, que para eso quedamos en este café, no?
Esta foto me ha recordado un proyecto que hice hace ya algún tiempo.
Soy una de esas personas a las que les cuesta un mundo tirar cosas, bien tengan un valor sentimental o de uso. Por eso me paso la vida acumulando todo tipo de objetos (sí, ya sé que estoy ganando puntos para acabar con un síndrome de diógenes en toda regla, pero ahí cuento de momento con la ayuda inestimable de los seres que me rodean y me soportan...)
Los frascos de cristal son de mis favoritos. Empecé a guardarlos para usarlos con la esencia de trementina, aguarrás o agua... vamos, para pintar. Después para hacer mermelada de moras. Al final junté dos de mis pasiones (los frascos y lo viejuno) y los pinté de azul.
Cualquier laca de bombillas o pintura para cristal queda bastante bien. Yo compré un tono azul verdoso (turquesa) porque diluido consigue un efecto como de botella antigua parecido al de la foto.
El resultado es bastante bueno y no necesita ni mucha destreza ni grandes parafernalias. Yo probé con botes de diferentes formas y tamaños, unos los pinté más translúcidos y otros más opacos, es decir, unos con más color y otros con menos. Al final tengo unos floreros de "diseño" baratísimos y unos bonitos elementos decorativos que, colocados todos juntos, alegran cualquier rincón. Sencillo y útil, no?
Ya os los enseñaré en otro café...